Post publicado en el blog de Meta4 el 14 de junio de 2018
La innovación se ha convertido en un concepto central al hablar de
gestión empresarial. Pese a ser algo de lo que las empresas y sus líderes
hablan constantemente, todavía es difícil encontrar empresas que hagan de la
innovación uno de los pilares clave de su competitividad y crecimiento.
La excelencia
empresarial requiere innovar. Sin embargo, para innovar es necesario
replantearse probablemente qué es la innovación, como se debe gestionar o cómo
convertirla en resultados concretos. Tal vez descubramos entonces que nuestro
modo de pensar en la innovación se había quedado corto y, como consecuencia,
sus resultados también.
Los innovadores
empresariales de éxito, son aquellas empresas capaces de implementar aspectos
de una innovación amplia, continua y sistemática.
Amplia
Innovación
significa cosas muy distintas para diferentes personas, pero siempre implica la
transformación de nuevas ideas en fuentes renovadas de valor. Va mucho más allá
de nuevos productos o tecnologías, lo cual es una idea errónea bastante
frecuente.
Hubo un tiempo en
que la innovación equivalía a liderazgo tecnológico. Actualmente, el término
sugiere una búsqueda esencial del éxito por parte de cualquier empresa, no
necesariamente tecnológica.
Si las empresas
consideran la innovación de forma limitada, no verán determinadas oportunidades
y quedarán en situación de vulnerabilidad ante los competidores con
perspectivas más amplias.
Existen distintas
clasificaciones que intentan dar respuesta a esta pregunta, y que dejan claro
que la innovación empresarial adopta numerosas formas. Por ejemplo, “10 Types of Innovation” es una de las
múltiples agrupaciones existentes. Presenta una lista de tipos de Innovación a
tener en cuenta por las organizaciones que se categorizó mediante técnicas de
reconocimiento de patrones y otras técnicas analíticas. Dicha lista se agrupa
en 3 grandes categorías: Elementos
de Configuración, Oferta y propuesta de valor, Experiencia de cliente.
Continua
Cada cierto tiempo, las compañías se las
arreglarán para encajar todas las piezas necesarias del puzzle e innovar con
éxito. En el pasado, un éxito aislado de este tipo, sobre todo en lo que
respecta a las pequeñas compañías, bastaba para mantener una posición
competitiva. En la actualidad la situación ha cambiado. Las compañías deben
aplicar una serie de iniciativas para proporcionar un flujo continuo de
innovaciones, necesario para convertirse en un innovador habitual, para
sostener el negocio a corto, medio y largo plazo.
Por lo tanto, uno de los retos fundamentales al que
deben enfrentarse los líderes que deseen crear las circunstancias para que la
innovación sea mucho más que una palabra abstracta, es el de liberar tiempo en
las agendas de sus colaboradores y generar espacio para la innovación. Es
evidente que sin tiempo para innovar nunca se lograrán resultados de manera
continuada. De ahí la necesidad de crear una cultura en la que los miembros de
la empresa dispongan de tiempo para imaginar, experimentar y desarrollar sus
propias ideas.
Sistemática
Las empresas que son capaces de generar un flujo
constante de productos (o servicios) novedosos, han desarrollado sistemas
internos de gestión de la innovación. Es decir, su capacidad innovadora no
depende únicamente del azar, la inspiración y los esfuerzos heroicos de sus
empleados, sino que también de un enfoque sistemático.
Sin embargo, las
empresas deben ser conscientes de que internalizar la innovación no es algo que
pueda hacerse de la noche a la mañana, se trata de un proceso evolutivo. La construcción de una empresa innovadora arranca con una primera fase de sensibilización, que persigue una predisposición favorable a la innovación dentro de la organización, sobre todo entre la dirección. Sigue una fase de credibilidad con el objetivo de lograr los primeros resultados y mostrar que las personas de la empresa pueden obtener éxitos crecientes de creatividad e innovación. A continuación, la fase de sistematización traduce propósitos en una cartera integrada de iniciativas estratégicas de innovación en diversos ámbitos.
Para gestionar la innovación de una manera
sistematizada, hay que tener en cuenta varios elementos. En primer lugar, es
fundamental formular una estrategia de innovación. La finalidad de la
estrategia de innovación, es establecer una serie de elementos que actuarán
como brújula al contribuir a marcar el rumbo y aclarar, entre otras cosas, las motivaciones que llevan a
la empresa a apostar por la innovación, definir internamente el concepto de
innovación, formular los objetivos que se esperan obtener, acotar las áreas en
las que la empresa desea innovar y determinar los recursos que se está
dispuesto a invertir.
Para implementar esa estrategia de innovación, se
precisan de tres elementos que forman la columna vertebral de cualquier sistema
que pretenda impulsar la innovación en la empresa. Se trata de las personas que
van a involucrarse en actividades relacionadas con la innovación, los procesos
que van desde la identificación de retos hasta el lanzamiento de soluciones, y
los principios y sistemas que contribuyen a crear un entorno que fomenta y
premia la innovación.
Por lo tanto, si una empresa pretende innovar
de manera exitosa, debe abordar la innovación de manera amplia, continua y
sistemática. Además, al hacerlo deberá buscar un equilibrio entre la gestión
del día a día, y el desarrollo de la innovación. Por todo ello, es
indispensable que la alta dirección se involucre. Innovar no es una tarea
sencilla, pero el coste de no hacerlo, o de hacerlo mal, puede llegar a ser muy
elevado.