lunes, 17 de enero de 2011

Necesitamos músicos de jazz

Vivimos tiempos de incertidumbre, y de cambios constantes. En las dos últimas décadas, hemos asistido a cambios radicales. La aparición de la telefonía móvil, y de internet, son sólo dos ejemplos de la transformación de nuestro entorno. Las implicaciones de estos cambios son profundas, ya que posibilitan la creación de  nuevos modelos de negocio. Hoy el ciclo de vida de los productos, de los modelos de negocio y de las estrategias es cada vez más corto. Esto supone una amenaza, pero también una fuente de oportunidades, para aquellos directivos y empresarios que sean capaces de identificarlas y crear valor a través de ellas.

Este blog pretende abordar la temática de la innovación, es decir de la creación de valor. Constantemente oímos hablar de innovación, los políticos, los medios de comunicación, los empresarios, nos dicen que es la llave para salir de la situación de crisis económica que vivimos. Pero suele usarse el término de un modo vago, y muy a menudo se vincula a departamentos de I+D, y a avances tecnológicos. Sin embargo, la innovación  adopta muchas más formas.

Casi cualquier empresa, independientemente de su tamaño y de su sector puede innovar, en realidad, debe innovar. Esta falta de comprensión de lo que significa la innovación, y sobretodo la falta de una metodología adecuada y de las herramientas apropiadas para afrontar el proceso, son los principales enemigos de tantas y tantas empresas españolas. A ello podríamos añadir una tendencia, casi cultural por el corto plazo, y una excesiva atención por la eficiencia operacional.

Es evidente que la mayoría de estos condicionantes para innovar no son patrimonio exclusivo de las empresas españolas, pero es igualmente cierto que en España la situación es especialmente grave. Según el ranking sobre países más innovadores, publicado por la UE, España ocupa la posición número 17 de entre todos los estados miembro de la unión europea. No es más esperanzador el ranking elaborado por The Economist Intelligence Unit, sobre los veinte países más innovadores del mundo, en el que España ni tan siquiera aparece.

Ante esta situación los directivos y empresarios españoles deben empezar a cuestionarse si el excesivo celo en la reducción de costes, y la eficiencia operacional no resulta contraproducente. No sugiero que no sea un aspecto fundamental para el logro de los beneficios económicos que toda empresa persigue, pero no podemos detenernos ahí. Explotar eficientemente el negocio es básico, pero debemos también explorar nuevas vías de creación de valor. Esta dualidad entre explotar y explorar debe estar presente en nuestras empresas. Debemos crear lo que algunos llaman, organizaciones ambidiestras. Toda transformación conlleva riesgos. Innovar es arriesgado, no hacerlo es letal.

Si bien es cierto que no existe un modelo aplicable a todas las empresas, sí que existen herramientas y técnicas adaptables a cualquier empresa, para minimizar esos riesgos.  Nuestros directivos, como he comentado ya anteriormente, están demasiado centrados en minimizar costes y seguir estrategias conservadoras, utilizando herramientas  que fueron creadas en otros momentos históricos. Tiempos en los que el entorno era mucho más estable, mucho más previsible. La planificación de presupuestos, y los análisis estratégicos eran similares de un año a otro. Eso los ha convertido en maravillosos músicos de música clásica. Han desarrollado a través de la experiencia y la formación un habilidad especial para seguir las partituras de manera armoniosa. Pero necesitamos más músicos de jazz, que creen basándose en su conocimiento de diferentes estilos musicales, que toquen de oído y se salten ciertos convencionalismos. Músicos de jazz que desafíen al status quo, y hagan sonar nuevas melodías.

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