Si bien mi ámbito de especialidad es la innovación empresarial, en mis artículos aparecen muy a menudo términos como RRHH y gestión de personas. Esto se debe a que a medida que he ido acumulando proyectos y experiencias, he ido tomando conciencia de que no es posible crear una cultura innovadora sin una gestión adecuada de las personas.
Aunque a los que nos dedicamos a la innovación empresarial nos fascinan
aspectos como el concepto de innovación disruptiva, la estrategia, el modelo de negocio, o las metodologías para desarrollar las
ideas, la realidad es que sin las personas, sin el liderazgo y sin la cultura
adecuadas, la innovación es un concepto teórico que no genera resultados.
En definitiva, aquellas empresas que verdaderamente deseen construir una
cultura innovadora, e incorporar la innovación a su ADN, no pueden limitar la
innovación a un único departamento e ignorar al resto de personas. Deben ser
capaces de involucrar a la totalidad de sus empleados, y combinar diferentes
enfoques a la hora de innovar.
Este enfoque de la innovación, el de abrir la innovación a todos los
empleados, se denomina innovación de abajo hacia arriba. Si bien no suele producir
innovaciones disruptivas, ya que la mayoría de ideas generadas por los
empleados caen dentro de la lógica actual de la empresa, si que contribuye a
fortalecer las ventajas competitivas actuales, y a crear empresas innovadoras,
preparadas para acometer cambios más profundos.
Innovación y compromiso van de la mano
Además, es importante tener en cuenta que este enfoque aporta otros
beneficios que van más allá de la innovación. Algunos de estos beneficios son a
la vez condiciones necesarias para lograr culturas innovadoras. Entre todos
esos beneficios, deseo destacar la mejora en el compromiso de los empleados
(engagement), un aspecto fundamental para retener a aquellos empleados con más
talento, y sacar lo mejor de ellos.
Cuando los empleados no se sienten bien tratados, ni informados, ni
escuchados, ni invitados a participar en aquellos aspectos que deben marcar el
futuro de la organización, el problema no es que abandonen sus puestos y se
vayan. El problema es que abandonan sus puestos y se quedan. Siguen por lo
tanto estando en nómina, pero alienados y guiados por el principio del mínimo
esfuerzo.
Existe una elevada correlación entre el compromiso de los empelados y la
innovación. No debe olvidarse que lo que hace que una empresa sea innovadora,
nunca es una idea o una tecnología. Lo que diferencia a una empresa innovadora
del resto, son las personas que trabajan en ella.
Un equipo comprometido es capaz de transformar una empresa mediocre en
una empresa innovadora, mientras
que un equipo desmotivado y que no
esté comprometido puede destruir a una empresa con una larga tradición
de éxitos.
Si bien esta afirmación es ampliamente aceptada, es evidente que se
produce una desconexión a la hora de ponerla en práctica, al menos esa es la conclusión
que puede extraerse al consultar diversos estudios.
Por
un lado tenemos numerosos estudios, como el realizado por PwC, en el que se afirma que el 97% de los CEO
entrevistados, ven la innovación como una prioridad para sus empresas. Por lo
tanto, para la alta dirección, sistematizar la innovación y construir una
cultura en la que esta forme parte del día a día, es el mecanismo más adecuado
para enfrentarse a los desafíos que plantea el entorno.
Sin
embargo, otros estudios como por ejemplo el realizado por Gallup en 2012
indican que, en Estados Unidos, menos del 26% de los trabajadores están
activamente comprometidos con sus empresas. En otro estudio realizado a nivel
global en 2013 (State of the Global Workplace) los resultados son incluso menos
alentadores.
La importancia de que empresa y empleados salgan ganando
Si aceptamos que no es posible innovar sin compromiso, estaremos de
acuerdo en que las empresas que deseen abordar la innovación de manera
rigurosa, deberán realizar esfuerzos para mejorar los inveles de compromiso de
los miembros de su organización. En realidad, el enfoque de la innovación de
abajo hacia arriba, es en si mismo un buen mecanismo para lograr empleados más
comprometidos e involucrados.
En definitiva, si se desea mejorar el nivel de compromiso de los
empleados, y a la vez crear una cultura innovadora que ofrezca resultados, la fórmula
es bastante simple (la implementación de la fórmula es algo más compleja). Se
trata de estimular a los empledos para que produzcan ideas que generen valor
para los clientes y para la empresa.
Al hacerlo, se crea una situación en que ambas partes, los empleados y
la empresa, salen ganando. Los empleados se sienten como una parte integral de
la empresa, y mucho más comprometidos, a la vez que contribuyen con sus ideas a
mejorar los resultados de la organización.
Las empresas innovadoras ven a sus empleados como una fuente de
inspiración, y establecen mecanismos para explotar su conocimiento y su
creatividad , lo que se traduce en ideas para mejorar los procesos, crear
mejores experiencias para los clientes, o desarrollar nuevos productos o
servicios.
Este enfoque de la innovación, precisa de un liderazgo humanista que
ponga a las personas en el centro, y establezca como objetivo prioritario la
creación de una cultura innovadora, en la que exista un elevado nivel de
compromiso por parte de los miembros de la organización.
Para alcanzar ese objetivo es conveniente que la función de RRHH pase a
ser protagonista de esa transformación, al ser su ámbito de actuación el de la
gestión de personas. Tal y como escribí en otro post, los departamentos de RRHH
deben pasar a ser arquitectos de culturas innovadoras.
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