Post publicado en el blog de Meta4 el 12/09/2019
Hoy en día la innovación se ha convertido en una tarea, que muchas
empresas tienen que abordar para mantener su competitividad. Aunque se generan
buenas ideas todos los días, solo unas pocas pasan del papel a la realidad.
Esto se debe principalmente a no validar correctamente, durante el proceso de
desarrollo, los aspectos más inciertos de las nuevas iniciativas.
Cualquier idea se basa inicialmente en una serie de suposiciones
y juicios sobre diferentes aspectos. Para que la idea tenga éxito es clave que
dichas suposiciones sean ciertas, y a no ser que se desee convertir este
proceso en un juego de azar, para determinar si son, o no, ciertas es
fundamental validar las suposiciones clave lo antes posible, y modificar la
idea inicial si es necesario.
Pese a que a menudo parezca que las empresas quieran creer que
pueden controlar la incertidumbre, la verdad es que lo único que pueden hacer
es gestionarla. Algunas disciplinas y profesiones hacen frente a las
incertidumbres mediante la adopción de procesos de desarrollo iterativos.
Consideran la creación de prototipos y la experimentación como el mejor modo de
dar respuesta a entornos inciertos e impredecibles.
Pero la pregunta que a menudo me
formulo es: ¿tienen lugar estos enfoques en las culturas empresariales
predominantes en la actualidad?
Lo cierto
es que la creación de culturas organizativas que fomenten el descubrimiento de
nuevas oportunidades y la creación de prototipos y experimentación, será
determinante para competir en la era de la incertidumbre. Es preciso reinventar
el modo de gestionar las empresas, en especial por lo que se refiere al
desarrollo de las nuevas ideas.
Sin embargo, las empresas tal y
como las conocemos hoy en día, han sido diseñadas para ejecutar en condiciones
de baja incertidumbre. Su lógica se fundamenta en los principios del
“management” tradicional, que nació para dar respuesta a los desafíos
planteados por la revolución industrial. En 1911 Frederick Taylor escribió “Los
principios del management científico”, una obra que recopila diversos estudios
que se iniciaron en 1878, y que es uno de los pilares de la lógica empresarial
del S-XX.
Otros nombres que contribuyeron a
la creación de los orígenes del management tradicional, son Alfred Sloan y
Henry Ford. Precisamente este último, empezó a producir en 1908 el legendario
Ford T, aplicando principios como el de las líneas de montaje, y convirtiendo a
la eficiencia en el principio que guiaba sus decisiones empresariales. De ahí
que el Ford T estuviese sólo disponible en color negro.
Fue también en 1908 cuando se creó
en Harvard el primer MBA. La función de este programa, era la de formar a los
líderes corporativos para dar respuesta a los desafíos del momento. La
revolución industrial creó nuevas organizaciones, nuevos trabajadores, y a
medida que las empresas fueron creciendo, la necesidad de gestionarlas impulsó
la creación de estos programas, y de la disciplina del management.
Si bien es cierto que las
organizaciones, y la propia disciplina del management, han sufrido importantes
transformaciones desde esos años, no es menos cierto que muchos de esos
principios siguen formando la base de la lógica corporativa dominante. Por
ejemplo, la división funcional de las empresas en departamentos como marketing,
finanzas y operaciones, se basa en la especialización de tareas propuesta por
Taylor.
Las aportaciones del management
tradicional, y de las escuelas de negocio, han sido sin duda muy positivas para
guiar a los empresarios y directivos a lo largo de varias generaciones, y sus
principios siguen siendo aún vigentes en muchos casos. El problema es que esa
disciplina fue creada para unas situaciones concretas, en las cuales había que
gestionar a grandes números de trabajadores y buscar la máxima eficiencia, en
condiciones de baja incertidumbre.
Son precisamente estas condiciones
de elevada incertidumbre, las que hacen necesario complementar el management
tradicional, con nuevos principios. Se debe avanzar hacia la construcción de
empresas duales, o ambidextras, empresas capaces de explotar el negocio
central, que suele presentar condiciones de baja incertidumbre, y explorar
negocios futuros, bajo condiciones de elevada incertidumbre.
A continuación, expongo una lista
con algunas de las principales diferencias entre ambos enfoques.
Explotación:
- Ejecutar en entornos de baja incertidumbre
- Defender las ventajas competitivas existentes
- Aprovechar los recursos existentes
- Estructuras verticales
- Eficiencia para ejecutar
- Cultura homogénea y uniformidad
- Estructura vertical
Exploración
- Experimentar en entornos de elevada incertidumbre
- Crear nuevas ventajas competitivas
- Descubrir y construir nuevos recursos
- Estructuras horizontales
- Flexibilidad para descubrir
- Cultura heterogénea y diversa
- Estructura horizontal
No pretendo decir que un enfoque
sea mejor que el otro. Su idoneidad vendrá marcada por la incertidumbre de cada
situación. Y la mayoría de empresas se enfrentarán a situaciones de todo tipo,
por lo que es importante incorporar ambos enfoques y aprender a discernir
cuando es más apropiado uno o el otro.
Cuando una empresa, o un
emprendedor, desea desarrollar una nueva solución, el management tradicional
sugiere iniciar el proceso desarrollando un plan de negocio que identifique la
necesidad del cliente, describa el producto o servicio, estime el tamaño del mercado y realice proyecciones financieras. Cuando el problema es familiar para la empresa, o existe información, este enfoque puede ser apropiado.
Sin embargo, en condiciones de
elevada incertidumbre, este modo de hacer las cosas no funciona. Existe ya una
gran evidencia de casos en que debido al desconocimiento de muchos factores
relacionados con el mercado y la tecnología, el plan de negocio inicial
fracasa. En ese tipo de situaciones la planificación y el análisis no son el
mejor modo de llegar a la solución final. De ahí la necesidad de crear
metodologías que permitan aprender a través de la experimentación, y acercarse
de manera iterativa a la solución final.
La innovación y la gestión de la
incertidumbre, requieren de un nuevo management. Para ello hay que establecer
nuevos principios y equipar a los innovadores con herramientas que les permitan
enfrentarse a nuevos problemas bajo condiciones de incertidumbre. Pero
sobretodo, es necesario un cambio cultural de gran calado en el ámbito empresarial,
y también el desarrollo de nuevas capacidades, que acelere ese cambio y
prepare a los líderes del futuro para ser capaces de crear organizaciones que
integren ambos enfoques.
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