lunes, 6 de enero de 2020

La innovación que da resultados va más allá de la I+D

A menudo leo, y escucho, a personas quejarse de que en España se invierte poco en I+D. Esas mismas personas afirman que necesitamos invertir más en I+D para obtener más innovación. Sin negar que comparto ambas afirmaciones, deseo dedicar este post a compartir algunas reflexiones que complementan este punto de vista.

En primer lugar, es un error confundir  I+D con innovación. La I+D genera conocimiento a partir de los recursos invertidos. Mientras que la innovación debe ser entendida como la transformación de ese conocimiento en resultados. En otras palabras, la I+D es un "input", una inversión, mientras que lo que esperamos obtener de la innovación, son resultados.

Por lo tanto, puede no haber innovación, pese a haber I+D, y puede haber innovación sin I+D. Pensemos en todas las empresas que no pertenecen a sectores tecnológicos o científicos, o pensemos incluso en empresas que pese a pertenecer a sectores de ese tipo, innovan también en dimensiones no relacionadas con la ciencia o la tecnología. 

En segundo lugar, hay que destacar que no existe una relación directa entre el nivel de inversión en I+D, y el nivel de innovación generada. El porcentaje de las ventas de una empresa en I+D, no nos da una idea de si la empresa es innovadora, sino del esfuerzo financiero realizado por la empresa para generar innovación. En un post titulado "No innoves, sé innovador" que escribí en este blog hace unos años, mencionaba un estudio, The global innovation 1000, que demostraba de manera empírica la inexistencia de dicha relación.


Según ese mismo estudio, para innovar de manera sostenida, es más importante hacer las cosas bien que invertir grandes cantidades de dinero. ¿Qué significa hacer las cosas bien?. Entre otras cosas parece que disponer de una estrategia de innovación enfocada y alineada con la estrategia corporativa, además de crear  una cultura que apoye esa estrategia. Estos aspectos tienen una enorme influencia en el rendimiento obtenido de cada euro invertido en I+D.

Existen más investigaciones que llegan a conclusiones similares. Por ejemplo, en un artículo titulado "The promise of targeted innovation", publicado recientemente por MIT Sloan Management Review, se afirma que en el sector de los bienes de consumo las empresas que apuestan por invertir más en I+D, no son las que obtienen mayores incrementos de ingresos ni de capitalización bursátil. 

En otro artículo publicado por Harvard Business Review bajo el titulo de "Real innovation requires more than an R&D budget", la autora afirma que para incrementar la innovación producida en una empresa, no es suficiente disponer de un presupuesto para I+D, si no se cuenta con una función capaz de innovar. Según su argumentación, la innovación va mucho más allá de la I+D e involucra tres capacidades distintas: descubrimiento, incubación y aceleración. La I+D es solo una parte de la capacidad de descubrimiento. 

Sin una función de innovación estratégica que incluya un proceso de descubrimiento integral y la capacidad de incubar y acelerar nuevas tecnologías, las empresas terminan acumulando invenciones, que nunca se traducen en resultados, y por lo tanto no generan un retorno a la inversión realizada en I+D.  En el mismo artículo se destaca que existe una correlación positiva entre el número de personas dedicadas a la función de innovación, y los resultados de la inversión en I+D.

Un equipo de innovación que funcione bien debe disponer de capacidades que van más allá de las que puede proporcionar un departamento de I+D. Debe ser capaz de transformar el conocimiento en nuevos conceptos que den respuesta a necesidades de clientes reales. Lograr que dichos conceptos avancen a lo largo del proceso de innovación, reduciendo la incertidumbre a través de la construcción de prototipos y la realización de experimentos, afinando en cada iteración la propuesta de valor, y los diferentes aspectos del model de negocio en caso de ser necesario. 

En muchos sectores, sin I+D es muy difícil poder generar innovaciones de calado, pero la I+D por si sola no es suficiente para convertir el nuevo conocimiento en valor. Por ello, si lo que se desea es generar innovación que se transforme en resultados, disponer de I+D es una condición necesaria pero no suficiente.

Por lo tanto, y volviendo a las afirmaciones con las que iniciaba el post, es cierto que necesitamos más inversión en I+D, pero también invertir en personas que gestionen la innovación, y conviertan el conocimiento en resultados. Las capacidades, y conocimientos, de ambas funciones son distintas.  La innovación, incluso en los casos en los que se basa en desarrollos científicos y tecnológicos, precisa de la incorporación de diferentes principios y métodos que tienen como propósito transformar el conocimiento en resultados.


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