miércoles, 18 de mayo de 2011

Redefinir el concepto de innovación

Suele asociarse el término innovación a tecnología y I+D. Sin embargo cada vez más, este concepto se va ampliando, y crece el interés por formas de innovación no tecnológicas. Si bien los manuales de Frascati y Oslo han estado siempre orientados al concepto de innovación tecnológica, en la última edición del manual de Oslo, se reconocen ya otras tipologías de innovación no vinculadas a la tecnología.

Especialmente importante está resultando el enfoque que algunos países le están dando a la innovación en el sector servicios, aunque yo prefiero hablar de actividades de servicios, ya que éstos están presentes también en sectores manufactureros. Los servicios representan más del 70% del PIB en los países miembros de la OECD, y generan un 80% de los puestos de trabajo.

Petri Peltonen, director general de innovación del gobierno de Finlandia, reconoce que la posición de liderazgo lograda por su país en términos de innovación, ha sido conseguida gracias a las inversiones en investigación y desarrollo, además de la calidad de su sistema educativo. Aunque afirma también, que para mantener ese liderazgo no pueden limitarse a la innovación tecnológica, y deben prestar atención a otras formas de innovación, como la innovación en servicios y modelos de negocio. Para ello han empezado ya a tomar medidas, un ejemplo de ello es la universidad de Aalto, donde pueden cursarse estudios enfocados a la innovación en servicios.

Existe una clara relación entre innovación, crecimiento económico y creación de empleo. Este es un buen motivo para que países como el nuestro, con poco protagonismo en los rankings de innovación y una economía compuesta por PYMES, aprovechen esta oportunidad y sin abandonar las inversiones en I+D, adopten medidas encaminadas a fomentar otros tipos de innovación tal y como recomienda la OECD. Algunos de los países líderes ya han empezado a hacerlo, pero estamos a tiempo de subirnos al tren, y formar parte del grupo de pioneros.

Los beneficiarios de los sistemas de innovación, deben ser las empresas y la sociedad. Por ello debe complementarse el enfoque tradicional de desarrollo y comercialización de nuevas tecnologías con un mayor énfasis en el desarrollo de modelos de negocio, productos y servicios que satisfagan las necesidades de los clientes.

Es necesario incorporar a los sistemas de innovación nuevas disciplinas como por ejemplo, diseño, ciencias del comportamiento humano, marketing, y management entre otras. Facilitar el acceso de las empresas a estas áreas de conocimiento,  generar una cultura que resalte las diversas oportunidades de innovación existentes, promover la co-creación  de valor entre clientes y empresas así como la emprendeduría enfocada a mercados globales e innovación, pueden ser medidas que nos sitúen en mejores posiciones.

En definitiva, los países líderes en innovación están dando un paso adelante, apostando por  formas de innovación no tecnológica. Mientras en España, en general, seguimos asociando innovación únicamente con tecnología. Incluso los políticos al hablar de estos temas, utilizan simplemente  la inversión en I+D como ejemplo de sus esfuerzos por promover la innovación.

Tenemos la oportunidad de redefinir el concepto de innovación, y tomar medidas concretas que afecten a la mayoría de las empresas, sean o no de base tecnológica. Puede ser una ocasión fantástica para dejar de ser meros espectadores, y jugar un papel mucho más relevante. 

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