martes, 25 de octubre de 2011

La creatividad no es suficiente

La innovación empresarial es todavía una disciplina confusa. El término suele ser entendido de maneras muy diferentes. No hay duda de que a muchas personas la innovación les parece algo excesivamente abstracto. Pese a ello, es un concepto prioritario para muchas organizaciones. La velocidad a la que cambia el entorno es tan elevada, que muchos líderes políticos, empresarios y directivos han tenido que introducirlo en sus agendas. También los medios de comunicación, hablan sobre innovación constantemente. Lo que contribuye, a crear la sensación de que el término está siendo sobreutilizado, cuando no mal usado.



En mi opinión son diversos los elementos que provocan tanta confusión. Uno de ellos es la asociación que suele hacerse entre innovación y tecnología. Cuando en realidad, la innovación debe ser abordada con una visión mucho más amplia. Puede haber innovación con y sin tecnología, o al menos  sin que sea esta la pieza central de la innovación. A este aspecto ya le he dedicado algún otro post. Así que hoy voy a centrarme en otra confusión igualmente peligrosa. Se trata de la utilización de creatividad como sinónimo de innovación. A veces, parece que la innovación es simplemente tener ideas nuevas, y que esto se logra a través del desarrollo de técnicas creativas.

Existen multitud de libros, y artículos que nos hablan de como mejorar nuestro nivel de creatividad, y nos instruyen en el uso de técnicas para generar ideas. Todos conocemos a algún directivo que suela quejarse del bajo nivel de creatividad de sus colaboradores. Ante la falta de ideas nuevas y frescas, los directivos organizan talleres para fomentar la creatividad  de sus empleados y  dotarlos de herramientas que permitan generar ideas. Si esta acción se realiza de manera aislada, los resultados suelen ser desalentadores, lo que se transforma en una convicción aún mayor por parte del directivo, de que sus equipos no son en absoluto creativos.

En otras ocasiones, encontramos en algunas organizaciones, personas con mucha iniciativa e ideas que nunca logran transformar ninguna de sus propuestas en algo tangible. Los motivos pueden ser variados, desde formar parte de empresas excesivamente jerárquicas, hasta depender de líderes con poca visión.    Por lo que poco a poco van  perdiendo la motivación, y aumenta en ellos una sensación de frustración. Cuando esto sucede, las organizaciones corren el riesgo de perder talento, y en el peor de los casos ver como esa iniciativa triunfa en el mercado, lanzada por un competidor o por una joven y dinámica "start-up". 

En definitiva, creatividad e innovación son cosas distintas. En realidad podríamos decir que la creatividad es  uno de los elementos de la innovación. A veces se presenta la idea de que las ideas son el input de la innovación, para mi la innovación empieza mucho antes de llegar a la generación de ideas. Como expongo en el post dedicado a la metodología DO IT la innovación empieza con la exposición de un problema u oportunidad que debe ser transformado en un desafío, y  a partir de aquí transitamos de manera iterativa por tres fases, que podemos definir como inspiración, ideación e implementación.

Parece por lo tanto evidente, que la generación de ideas es tan sólo un paso más, y no me atrevería a asignarle un peso mayor, que el que asigno al resto de pasos. Las ideas por si solas no nos permiten innovar. Debemos construir organizaciones que tengan los mecanismos necesarios no sólo para generar ideas, sino también para implementarlas y lograr que vayan evolucionando hasta convertirse en productos, servicios o incluso modelos de negocio que terminen por ver la luz en el mercado. No pongo en duda el gran valor de las ideas, pero siempre y cuando formen parte de un sistema que permita su posterior análisis e implementación.

La innovación, es una nueva combinación entre una necesidad y una solución. Se trata de dar una nueva respuesta a un problema, o aprovechar una oportunidad creando valor para el cliente o usuario, y para la empresa. Con esto en mente, los líderes que se cuestionan el nivel de creatividad de sus empleados, deberían también preguntarse si realmente su compañía esta diseñada para recorrer el camino que separa a los problemas u oportunidades de las soluciones. Si nos dedicamos simplemente a poner buzones de ideas, o a realizar de manera esporádica algún taller de creatividad, sin tener en cuenta el resto de elementos que pueden transformar esas ideas en realidad, lo que estamos haciendo es generar confusión, además de perder el tiempo.

Los elementos que pueden ayudarnos a construir una empresa realmente innovadora forman un sistema de pilares que sustentan el lanzamiento de innovaciones de manera sistemática y continuada. Nos ayudan a crear una empresa que aborda la innovación con una visión de 360º. Existen muchos modelos para representarlos, yo me refiero a ellos como los seis pilares de la organización innovadora, y a ellos dediqué un post anterior. Se trata de la estrategia, los procesos, el liderazgo, la cultura, la estructura organizacional y el entorno de trabajo. Algunos juegan un rol más importante que otros, pero sin un mínimo de presencia de la dosis adecuada de estos elementos, las ideas, por buenas que sean, nunca recorrerán el camino que las separa del mercado y terminarán muriendo en el seno de la organización. 




Recurro de nuevo a un post anterior, en este caso a uno que escribí recientemente inspirándome en un artículo de Harvard titulado "El ADN de los innovadores". En él se detallan las cinco habilidades que diferencian a los innovadores de los no innovadores. Esas habilidades son: la capacidad de crear una red de contactos, la capacidad de observar, la de cuestionarse cualquier cosa, la de experimentar y la de asociar. Tan sólo esta última parece estar relacionada con la creatividad, entendida esta como la generación de ideas. El resto de habilidades están más centradas en la inspiración, y la implementación de esas ideas.

Así que pese a que pueda parecer muy obvio, en la realidad no parece serlo tanto, debemos tener claro que creatividad e innovación no son sinónimos. Y si bien es cierto que las ideas juegan un rol muy importante en el proceso de innovar, sino construimos los mecanismos para asegurar su calidad y su implementación, los esfuerzos que dediquemos a obtener ideas serán en balde, y nos conducirán irremediablemente a la decepción y la frustración. 

4 comentarios:

  1. Me ha encantado Xavier! ánimo con tus post que honestamente creo que crean referencias muy importantes entre los emprendedores!
    Diego
    http://es.linkedin.com/in/drpinon

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  2. Xavier, como lo aplicamos al club de tennis. Un abrazo

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  3. Xavier,
    Tu reflexión es muy adecuada y da de lleno en lo que creo que es el principal problema (transversal) a nuestra industria, a nuestra cultura empresarial: innovar, entendido también como conductor de productividad y competitividad, y además, el elemento principal dinamizador de la empresa, desde la organización hasta el cliente. Muchas veces pienso en la "estática industrial" y las oportunidades históricas perdidas: el textil, la siderurgia, las navieras y automoción entre otras; así como toda la industria y red de servicios auxiliar. Ahora sabemos que conocimiento e innovación forman parte del "core" de la empresa, lo que la hace única e inimitable. Este es nuestro reto.
    Un saludo,
    Álvaro.

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